Desencadenantes controlables

El estrés es el desencadenante más frecuente.

Todo el mundo ha sentido estrés y ansiedad en algún momento:

  • El estrés es una respuesta a un estímulo emocional (mayoritariamente una amenaza) en una situación dada
  • La ansiedad es una reacción al estrés

Sin duda, quien padece ataques de migraña no está sometida/o a situaciones vitales diferentes que el resto de personas, pero muestra una dificultad para adaptarse a los momentos de cambio. Además, se sabe que tiene una predisposición a sufrir ansiedad. La gente que sufre ataques de migraña suele ser perfeccionista y exigente. Existe pues, una asociación clara entre migraña y ansiedad.

   

Importante

Reducir el impacto del estrés y gestionar los síntomas se puede hacer mediante la práctica de:

  • Actividad física. Está demostrado que reduce el estrés. Una práctica regular de ejercicios aeróbicos han mostrado reducir los niveles medios de tensión, mejorar y estabilizar el estado de ánimo, mejorar la calidad del sueño y aumentar la auto-estima
  • Autorelajación: ejercicios de respiración, yoga etc. mejoran el bien-estar, el estado de ánimo, la sobrereactividad, trastornos del sueño...

  

Más allá de como aliviar el estrés y la ansiedad, entenderlo y saber reconocerlo debe ser el primer paso para anticiparlo y gestionarlo mejor con el objetivo de limitar su efecto desencadenador en los ataques de dolor:

 

Grados de estrés

Según trabajos de investigación recogidos entre otros por la American Psychological Association, el estrés se puede clasificar en 3 categorías:

1. Estrés agudo

Es la forma más común. Viene de las exigencias y presiones del pasado reciente  y de las exigencias y presiones anticipadas del futuro próximo. Que sea positivo o negativo depende de su naturaleza pero también puede depender de su intensidad comparada con la capacidad de uno a absorberlo.

Síntomas más comunes:

  • aflicción emocional
  • problemas musculares
  • cefalea de tensión
  • problemas gástricos o estomacales
  • presión arterial alta, sudor, palpitaciones, jadeo

Es un estrés a corto plazo pero puede ser suficiente para desencadenar una crisis de cefalea. Manejar el estrés agudo significa por tanto:

  • gestionar sus emociones
  • respetar sus propias límites físicas y psíquicas si está relacionado con una actividad voluntaria o planificada

2. Estrés agudo episódico

Cierta gente sufre estrés agudo de forme frecuente. Sufren de su incapacidad a gestionar lo que se imponen a si mismos: comúnmente irritables, pueden llegar a ser hóstiles. El lugar de trabajo suele llegar a ser un foco de estrés intenso. Se describen a menudo como teniendo “mucha energía nerviosa”.

Se distinguen 2 tipos de personas afectadas:

  • los cardiacos:  impacientes, con impulso competitivo excesivo e inseguridad profundamente anclada
  • los preocupados: más ansiosos y deprimidos que enfadados y hostiles. Ven y preven catástrofes  en cada situación.

Los síntomas más comunes son:

  • Cefalea de tensión
  • Migraña
  • Hipertensión
  • Dolor de pecho
  • Enfermedades del corazón

Lo más frecuente es que estos comportamientos están tan arraigados que el entorno no ve nada raro/malo en cómo la gente afectada gestiona su vida. Simplemente se considera como pate de su personalidad y se desplazan las culpas a otra gente o a eventos exteriores: por eso quien sufra de estrés agudo episódico puede resistir firmemente al cambio que necesitaría.

3. Estrés crónico

Es una forma muy grave y agotadora de estrés, que erosiona a la gente día tras día, año tras año.

Es un estrés que viene cuando una persona no ve nunca salida a una situación miserable.

En caso de sufrir estrés crónico definido como tal, acudir a un profesional especializado es una absoluta necesidad.

  

Ansiedad

Se caracteriza por una preocupación persistente, excesiva y no realista en cuanto a las cosas de cada día. 

Esta preocupación hace esperar lo peor incluso cuando no hay motivos para ello. Hace anticipar el desastre y genera por tanto una preocupación exagerada sobre asuntos como el dinero, la salud, la familia, el trabajo etc.

Ocasionalmente, la sola idea de pasar el día genera ansiedad. Está fuera de control y la ansiedad persiste incluso cuando uno se da cuanta que no hay motivo para ello.

Síntomas

Los síntomas de ansiedad son muy diversos.

Los más comunes son el aumento del ritmo del pulso (taquicardia), de las respiraciones (taquipnea) o del diametro de la pupila (midriasis), sensación de ahogo, temblores en las extremidades, rigidez o debilidad muscular,  inquietud motora, sensación de pérdida de control, sensación de pérdida del conocimiento, transpiración, náusea, insomnio, pensamientos negativos y obsesivos, dificultad para la comunicación etc.

Trastorno de pánico

La ansiedad también se puede convertir en trastorno de pánico: la persona afectada tiene la sensación que se va a desmayar o sufrir algún otro tipo de alteración o daño fisológico; puede tener incluso la sensación que va a fallecer. En general, la gente con trastorno de pánico suele acudir a urgencias y, típicamente, sale aliviada después de ser atendidas.

 

 

Última fecha de actualización: 20.04.2015